El tábano en la oreja (Indio Solari)
Bertrand Russell escribe sobre “la conquista de
la felicidad”. Pareciera que ya entonces, muchos años atrás, todos aquellos que podían ser felices
no lo eran. Sin dudas lo que predomina en las sociedades actuales, es una tendencia
atroz hacia el aburrimiento. Ser feliz entonces pareciera sinónimo de estar
entretenido. Interesante y paradójicamente en una cultura que cada vez nos enfoca más hacia
el placer individual, la felicidad pareciera depender del ocuparse "menos
de uno mismo". El filósofo encontró tres tipos de sujetos que negociaban
con su felicidad: el megalónamo, el pecador y el narcisista. Algunos
psicoanalistas siglos después han relacionado la preocupación con el ser feliz
con un mandato. El rasgo de nuestra época diría E. Laurent por ejemplo es que no se
le puede impedir al hombre que goce, es más, se le pide que goce más. En la
lógica del discurso capitalista esto sería poder tener acceso a más y más
objetos, servicios, personas, o bienes que el mercado ofrece. Sin embargo, a menudo,
aparece el sufrimiento. Suele reflejar una pérdida, un rechazo, una decepción,
una carencia. Es inherente al vivir, aunque también conlleva un riesgo cuando
empobrece los lazos sociales o la calidad misma de vida. Es paradójico que hoy
en día se sufra por “no querer sufrir”, poniendo en manifiesto la desesperación
por evadir el dolor. La idea imperante de pensar todo o casi todo en positivo, de” tener onda”, de jamás
permitir que el aburrimiento nos
invada, no hace más que mostrar la otra cara del capitalismo que nos vende
ilusiones de felicidad para colmarnos, obedeciendo a imperativos consumistas o
escapistas que, sin reparos, dañan tanto o más que el mismo sufrimiento del que
se pretende huir ,
(Lic. Moira Nardi).